Las chicas del cable - Temporada 3

Las chicas del cable - Temporada 3

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Capítulo 17: El tiempo

Hace mucho tiempo tener un hijo habría sido un problema para mí. Hoy estaba dispuesta a hacer lo imposible con tal de salvar su vida. Con tal de darle un futuro que yo no habría podido disfrutar.

Mientras yacía en el suelo sólo podía pensar una cosa... El amor de una madre puede con todo. ¿Pero de verdad lo puede? ¿Es capaz de superar toda adversidad? ¿O es sólo un dicho que no es cierto?

Cuando sientes que el tiempo se agota, una nueva vida comienza...

Mientras esperábamos que nuestros seres queridos salieran con vida de esa iglesia sólo podía pensar en una cosa... El tiempo corría en nuestra contra y no había nada que pudiera hacer, ¡nada!

En cuestión de segundos aquel incendio no sólo había cambiado mi vida, también la de mis amigas... Porque el tiempo no concede treguas ni tablas de salvación. El tiempo es un compañero injusto que nunca recuerda lo que has pasado a su lado, olvida todo en cuanto ha sucedido y ya sólo queda en tu recuerdo... No había marcha atrás, había llegado el momento de rendirse. Tocaba afrontar de cara los errores y pagar por ellos. 

Pero, a veces, cuando sientes que no hay nada más que hacer, que sólo queda sufrir el dolor más profundo, el tiempo se detiene. 

Tan sólo teníamos una certeza, mi hija seguía viva y entre todas íbamos a recuperarla, no había tiempo que perder... 

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Capítulo 18: La muerte

La muerte nos pone a todos en el mismo lugar; al rico, al pobre, al hombre, a la mujer... No existe diferencia cuando llama a tu puerta, sólo la tristeza por el vacío que deja a quienes se han ido.
Yo sí tenía preguntas, pero no eran sobre la muerte. Allí, en mitad de aquel funeral, seguía convencida de que mi hija estaba viva.

Por primera vez, desde aquel maldito incendio, la sombra de la muerte de mi hija se desvaneció. 

Hay muchas maneras de mantenerse con vida. Cualquier cosa con tal de sobrevivir... Y es que muchas veces los limites que separan la vida y la muerte son difusos. ¿Dónde empieza uno y acaba el otro? Una batalla que no tiene final. Pero aquella noche la vida venció a la noche y, yo había sido la único testigo. Mi hija estaba viva y no iba a permitir que volviera a alejarse de mi.

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Capítulo 19: La verdad

La verdad sólo es una. No es una creencia ni un deseo, tampoco una opinión. La verdad es la realidad, por dura y terrible que sea. Mientras veía al coche enfilar la calle en lo único que pensaba era que la verdad se estaba alejando de mí. ¿Cómo detenerlo? ¿Cómo recuperar a mi hija? Y es que cuando se sabe cual es la verdad no puedes mirar a otro lado. ¿Pero estaba preparada para enfrentarla?

La verdad siempre te obliga a mirarla de frente y luchar por ella a cualquier precio, a cualquier coste... 

La verdad es como un amigo que nunca te traiciona. Puedes enfadarte con él, querer odiarlo... Pero siempre estará ahí cuando lo necesites porque la verdad sólo tiene una cara. Una cara que siempre termina saliendo a la luz de alguna manera.

Cuando la verdad se impone y es demasiado dolorosa para afrontarla sólo queda refugiarse en los que te quieren. La confianza es algo tan frágil... Y se puede ganar o perder en un instante. Pero ni la confianza, ni el amor, ni la comprensión sirven para mitigar el dolor que deja la verdad. Sólo cabe esperar a que pase el tiempo o bien para que cicatricen las heridas o, para que el tiempo revele que hay verdades que son relativas y permanecen ocultas bajo la sombra de los poderosos. Pero no hay verdad que la mentira tape por mucho tiempo. Y la muerte de mi hija no iba a ser una excepción...

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Capítulo 20: La venganza

Perder a un hijo vuelve tu vida del revés. El dolor es tan intenso que te transforma. Pero, ¿Y si sabes quién es el responsable de tu pena? ¿Qué puedes hacer? Cuando sabemos quien es el culpable de nuestro dolor la venganza no es un capricho, es justicia.

El dolor no te deja dormir. No te deja descansar. Te mantiene alerta. No te deja pensar más que en aquello que lo produce y en cómo mitigarlo.

No hay peor dolor para una madre que escuchar el sufrimiento de un hijo y no poder ayudarle. No hay nada más horrible que eso...

Tocar con los dedos la verdad y no poder alcanzarla es algo que duele más que ninguna otra cosa. Porque es un dolor que te corroe por dentro y que no se detiene de ninguna manera. Porque es un dolor que sólo tiene como consecuencia perder la cabeza y llevarte a cometer errores. Se dice que la venganza es un plato que se sirve frío pero en mi caso no iba a ser así... Sólo la mueve la rabia que produce el dolor y el mío sólo podía aplacarse con la muerte de doña Carmen. 

Se dice que la justicia para ser eficaz debe ser lenta y meditada. La venganza, sin embargo, es rápida como una bala y, a veces, cuando quieres detenerla ya es demasiado tarde.
Mientras sostenía el cuerpo de Uribe la esperanza volvió recordando sus últimas palabras "Eva seguía viva". Pero la sombra de mi venganza contra Carmen disipó la alegría. Había condenado a muerte a la única mujer que podía decirme el paradero de Eva, porque cuando el dolor nos ciega confundimos venganza con justicia y, no hay dos cosas más opuestas... La venganza nubla la razón y no te deja ver la realidad, actúa como un veneno y se lleva por delante a inocentes y culpables sin distinción. Y lo peor de todo es que al final te das cuenta de que la venganza no ha hecho más que complicar las cosas. 

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Capítulo 21: El pecado

Cuando encargué la muerte de Carmen Cifuentes sabía que estaba cometiendo el más grave de los pecados. Lo que no pensaba es que llegaría a arrepentirme tan rápido. Ni que el castigo por lo que hice fuera a ser tan devastador. Todos mis deseos se convirtieron en una pesadilla. Deseé que Carmen Cifuentes muriera y eso se volvió en mi contra. Ahora deseaba con todas mis fuerzas que sobreviviera pero... ¿Y si ese deseo terminaba perjudicándome aun más?

Nunca pude culpar a Carlos después de aquello, lo entendí. Vi como su mirada cambiaba y dejaba de ver a la mujer que le había prometido amor. El coste de mi pecado era perderle...

¿Qué pasa cuando ya es tarde para arrepentirse de lo que has hecho? Hay quien decide mirar para otro lado, esconderse incluso de uno mismo. Hay quien paga sin siquiera haber cometido pecado. Y hay quien no se perdona nunca... Pero todos hemos de pagar en algún momento por nuestros actos porque solo hay una cosa capaz de purgar para siempre nuestros peores pecados... y esa es la muerte.

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Capítulo 22: La lucha

El destino se empeña en poner obstáculos en nuestro camino. Luchamos a cada instante por sobrevivir a ellos. Resistir es mantenerse en pie cuando la verdad nos hace vulnerables. Es ser valiente para mirar de frente a tu destino y cambiarlo. Porque la vida es nuestra lucha por salir adelante. Por no caer rendidos ante nuestros momentos de debilidad y sobreponerse. Aunque en ocasiones nos sintamos perdidas y creamos que ya no podemos más, que nada más nos puede suceder, el destino se las apaña para complicarnos la vida un poco más.

  
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Capítulo 23: La esperanza

La naturaleza del ser humano le empuja a aferrarse a la vida, pero en los últimos momentos el espejismo acaba por romperse y no queda más remedio que asumir que el final ha llegado.

Y en ese momento, una nueva nueva esperanza nacía en mi interior. Si había llegado hasta aquí ese no podía ser el final...

Por fin había recobrado la esperanza de recuperar a mi hija. Y no iba a renunciar a ello, costase lo que costase.

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Capítulo 24: El destino

El destino no está predeterminado, lo escribimos con cada una de las decisiones que tomamos. Pero aventurarse a labrar tu destino requiere una advertencia.

El arma más letal que puede tener tu enemigo es la llave que controla tu destino.

Al enfrentarnos al destino siempre esperamos lo mejor, pero deberíamos prepararnos también para lo peor. Aunque creamos que podemos dirigir nuestros destinos la vida no deja de sorprendernos. El destino es imprevisible. El destino nos abre los ojos. A veces resulta liberador, nos ofrece las respuestas que buscábamos. 

El destino rara vez nos concede aquello que deseamos sin obligarnos a sacrificar algo muy querido. El destino nos une a determinadas personas y pensamos que siempre formarán parte de nuestra vida. Sin darnos cuenta de que en cualquier momento el destino puede volver a separarnos...