Demasiado a menudo enmascaramos la verdad con artificios, ocultándonos a nosotros mismos por miedo a perder a los que amamos o prolongando el engaño por aquellos a quien deseamos exponer. Nos ocultamos detrás de lo que nos consuela del dolor y la tristeza, o lo usamos para rechazar una verdad demasiado devastadora para aceptarla.
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