Todo el mundo muere, y no hay más vueltas que darle. Por eso me dicen que es inútil que me queje, me rebele o incluso que intente entenderlo. Eso es lo que no dejo de oír últimamente desde que perdí la vida por culpa de la tapa de váter de una vieja estación espacial.
La gente dice que los designios divinos son inescrutables. Y lo dicen como si eso te ayudara en algo. La muerte es igual de misteriosa, sólo que lo de dorar la píldora no funciona. Ya sea por intervención divina o por selección natural un día u otro a todo el mundo le toca, aunque uno no sepa ni cuando ni como ni donde no hay quien se libra.
La vida es como una cadena de montaje. Primero se te ocurre una gran idea, un plan genial. Luego construyes el prototipo, y a continuación empiezas la producción, miles y miles de millones. Pero las cosas no duran para siempre, nada dura para siempre. Y tu trabajo es retirarlas de la estantería, ayudas a reaprovisionar la vida.
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