TEMPORADA 15 - ANATOMÍA DE GREY
Merchandising Anatomía de Grey
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Hay una parte del córtex cerebral replegada en una zona entre el lóbulo temporal y el frontal. Se llama ínsula y es donde empieza el deseo. La ínsula apenas tiene el tamaño de un guisante, pero lo que provoca en el cuerpo y, por ende, en nuestra vida, puede ser épico.
Nos gusta imaginar que tenemos el control. Pero casi siempre nos controla la química del cerebro. La ínsula se activa y nos vemos obligados a cambiar nuestra vida. Obligados por el anhelo, obligados por el ansia, obligados por el deseo de más...
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Del mismo modo que necesitamos comida y agua, los humanos nos necesitamos unos a otros. Un estudio del cerebro reveló que el centro de recompensa del paciente se iluminaba cuando había otra persona. Las neuronas se disparan cuando hablamos o pensamos en alguien. Y se vuelven locas cuando damos la mano a alguien. El cerebro y el cuerpo están programados para buscarse y conectarse. Entonces, ¿por qué tanta gente prefiere estar sola?
¿Por qué salimos corriendo cuando notamos la menor conexión? ¿Por qué luchamos contra lo que más nos atrae? Quizá es porque cuando encontramos algo o alguien a quién aferrarnos lo ansiamos como al aire. Y nos aterra perderlo... Y creedme, uno aprende a estar solo. Pero la mayoría de cosas son mejores si las compartes.
En los albores de la medicina los estudiantes perfeccionaban su técnica serrando ramas. Porque cuando ves el hueso en una amputación el impulso es retroceder, no cortar. Necesitaban que los estudiantes no hicieran caso a su instinto. Gran parte de nuestra formación es desoír el instinto. Desarrollar nuevos hábitos. No reaccionar delante de los pacientes. No mostrar miedo ante la incertidumbre. Cuando veas el hueso expuesto... corta. El truco es seguir siendo humano cuando has aislado las corazonadas. Ese instinto tan confuso...
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En los albores de la medicina los estudiantes perfeccionaban su técnica serrando ramas. Porque cuando ves el hueso en una amputación el impulso es retroceder, no cortar. Necesitaban que los estudiantes no hicieran caso a su instinto. Gran parte de nuestra formación es desoír el instinto. Desarrollar nuevos hábitos. No reaccionar delante de los pacientes. No mostrar miedo ante la incertidumbre. Cuando veas el hueso expuesto... corta. El truco es seguir siendo humano cuando has aislado las corazonadas. Ese instinto tan confuso...