Las chicas del cable - Temporada 4

Las chicas del cable - Temporada 4

BANDA SONORA


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Capítulo 25: La igualdad

Los deseos son el motor que mueve el mundo. Nos ayudan a disfrutar de la vida y de los pequeños momentos, pero también a luchar por aquello que realmente nos importa y no descansar hasta conseguirlo.
En 1931 la mujer estaba más cerca de lograr lo que tanto había deseado, la igualdad. Era nuestro momento para dejar a un lado los miedos y mostrarnos tal y como éramos.
Carlos había decidido convertirse en una de las precursoras del cambio y deseaba, con todas sus fuerzas, allanar el camino a la mujer para hacerse con la libertad que le correspondía. Pero no basta sólo con desearlo, hay que sacrificarse y tener la entereza de asumir los costes de tus deseos. Porque, a veces, los deseos tienen un precio demasiado alto y se pueden volver en tu contra. Lo importante es mantenerse firme y ser fiel a tus principios, tal y cómo lo hizo ella. Nunca tuvo miedo a luchar por la libertad hasta sus últimas consecuencias, aunque esas consecuencias fueran fatales...

Cuando los deseos no se cumplen se transforman en frustración. Un sentimiento que te atrapa y te obliga a vivir una vida que no quieres. Yo misma llevaba un año entero persiguiendo el mayor de los anhelos, pero temía que no tuviera un final feliz. Sin embargo, el deseo se nutre de la esperanza y yo me aferraba a ella sin importarme las consecuencias. 
Francisco estaba sumido en un sueño profundo desde que salvó a mi hija y yo sólo deseaba que despertara.
Cumplir tus deseos te colma de felicidad. Saber que al fin estás a un solo paso de poder dejar de ocultarte, mostrarte como realmente eres y vivir libremente tus sentimientos. Tener la certeza de que a pesar de la distancia aquellos a los que amas estarán sanos y salvos. Poder pasar página y hacer frente a una nueva etapa en tu vida, una etapa llena de incógnitas. Pero el camino para lograr tus deseos, a veces, es demasiado largo y la felicidad se resiste. Sólo queda aguardar pacientemente y no dejarte llevar por el desaliento. 

Nuestros deseos nos pusieron en el punto de mira y ahora teníamos que pagar el precio de los intransigentes, un precio desorbitado que cambiaría nuestras vidas para siempre. Pero cuando una desea algo con todas sus fuerzas no importa el coste ni el riesgo. Estábamos dispuestas a defenderlo hasta el último aliento, aunque para ello tuviéramos que destruir a nuestros enemigos

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Capítulo 26: La libertad


La libertad es un bien ansiado por todo el mundo pero no siempre somos conscientes de los peligros que conlleva. Porque ser libre también es asumir que tu libertad termina donde empieza la del otro. Y supone que vas a tener que responsabilizarte de tus propios actos. Un error, un tropiezo, una mala decisión puede hacer que nuestra realidad se desmorone. Y al despertar, nos daremos cuenta de que eso que más apreciamos nos ha sido arrebatado...
Aquel día fuimos testigos de como Carlota se convertía en una asesina a ojos del mundo. Su inocencia estaba en tela de juicio y ahora contra las cuerdas era el momento de estar unidas y luchar hasta el último aliento. 

Aquellas palabras cayeron como una losa. La pena de muerte era una amenaza injusta para nuestra amiga, sobretodo porque sabíamos que no era culpable. Pero con aquella nueva pista sentíamos que estábamos un paso más cerca de conseguir que Carlota recuperase su libertad.

Dicen que la verdad nos hará libres, pero para encontrarla a veces hay que recorrer caminos sinuosos donde no queda más remedio que sortear los obstáculos con mentiras. Carlota hizo lo que tenía que hacer para alcanzar su libertad; ser fiel a su verdad. Pero para que Carlota fuera libre, el verdadero culpable tendría que ocupar su lugar. ¿Lo habríamos encontrado? En ese momento no pudimos discernir si aquella chica era inocente o culpable. Pero sí sabíamos que habíamos llegado demasiado tarde y que quizás la clave para conseguir la libertad de Carlota seguía escondiéndose entre las sombras...

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Capítulo 27: La justicia


Aprendemos a ser adultos cuando entendemos que la vida no es justa. A veces, nos da alegrías pero otras veces nos enfrenta a la peor de las desgracias. Esperamos una recompensa si nos comportamos bien y que alguien pague cuando lo hace mal, eso es lo justo. Pero la verdad es que, a la vida, eso no le importa. Porque si hay algo que he aprendido es que la justicia no existe. El problema es que a veces la oportunidad se escapa delante de tus ojos y, a nuestro pesar, los injustos ganan la batalla.

No hay mayor injusticia que pagar por los errores pasados de alguien querido. Por eso aquella noche Carlota se derrumbó como no lo había hecho antes. Pero no podíamos rendirnos, la única forma de volver a estar en paz con nosotras mismas era seguir luchando. Aunque sea complicado, aunque muchos crean que nos estamos aferrando a un imposible, había que seguir buscando justicia. Porque si la causa es justa es cuestión de tiempo que la verdad empiece a salir a la luz.

Ser justos pasa por asumir que la realidad es más compleja de lo que creíamos. La verdad puede quedar atrapada en una red de mentiras donde los inocentes siempre pagan las consecuencias. Cuando la justicia falla sólo queda aferrarse al sentimiento más poderoso, el amor. 

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Capítulo 28: El miedo


El miedo es lo único que nos mantiene con vida. Cuando un peligro nos acecha el miedo nos agudiza los sentidos y nos ayuda a solucionar problemas que creíamos imposibles de resolver. Abrazar nuestros miedos es la mejor forma de vencerlos. Y sólo entonces sentiremos que hemos recuperado el control de la situación. 

Mientras veía a Francisco alejarse sentí una punzada de dolor por dentro, era miedo. Conforme el tiempo pasaba y seguíamos sin noticias ese miedo inundó mis pensamientos. El temor a que algo saliera mal y perderle para siempre. Aun así, el miedo no era tan fuerte como la esperanza de que volviera. Aunque la esperanza es un arma de doble filo. Te ayuda a mantener viva la ilusión pero te tortura con el miedo a que todo sea un simple espejismo.

El miedo está presente en todas y cada una de las decisiones que tomamos. Sobretodo cuando esa decisión afecta a la vida de los que más quieres, pero al miedo no se le puede vencer. Hay que asumirlo como una parte de la vida. Sólo así se puede dejar a un lado la cobardía, porque ser valiente no es no tener miedo, sino enfrentarte a tu destino, por terrible que sea... Aunque algunos no tengan la fortaleza suficiente para afrontarlo. El miedo adopta muchas formas y se alimenta de las mentiras, nos inmoviliza, nos hace incapaces de resolver los problemas. Y guiados por el miedo podríamos cometer errores imperdonables. Errores que nos dejan sin la recompensa que tanto deseábamos.

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Capítulo 29: La vida


Vida sólo hay una. El ser humano intenta aprovecharla al máximo, sabiendo que cada instante es único, irrepetible. Por eso no es de extrañar que cuando todo se complica el instinto nos haga pelear con uñas y dientes por conseguir una prorroga, una segunda oportunidad. 

Cuando la vida se vuelve insoportable el amor puede ser el mejor bálsamo que podemos encontrar. El amor apasionado, el tierno, el incondicional. Pero la vida da tantas vueltas que a veces nos hace dudar de la autenticidad de lo que una vez fue real.

La vida es un bien preciado que pueden arrebatarte en cualquier momento. Hay que vivir pensando que cualquier gesto con nuestros seres queridos puede ser el último. Hay que vivir sin temor y esperar que los secretos enterrados en la memoria queden ocultos. Porque si salen a la luz pueden ser tu sentencia de muerte.

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Capítulo 30: La duda


No hay peor sensación que dudar de uno mismo. No saber qué creer, qué sentir. La duda siempre te coloca en una situación de peligro y te hace vulnerable ante el enemigo, que no va a dudar en jugarlo a su favor. 

La duda cruza en tu mente sólo un segundo pero, a veces, un segundo puede inclinar la balanza a un lado o a otro. Una vida pendiente de un hilo. Aquella noche la duda había salvado a nuestra amiga y había llevado a Sergio a escoger la salida más fácil. 
Ahora la duda era si esta tragedia nos impediría conseguir nuestro principal objetivo; sacar a Oscar de prisión.

La duda siempre precede a una decisión. Y una vez tomada la duda se evapora y se es consecuente con el nuevo rumbo a seguir. Pero cuando se ha tomado una decisión y las dudas persisten es momento de preocuparse, porque una duda sólo se reaviva cuando se ha ido en contra de lo que anhela el corazón. Sólo él sabe lo que verdaderamente quieres. Por eso cuando por fin tienes delante lo que más deseas no hay dudas que valgan. Sólo existe la certeza de que a partir de ahora puedes empezar a ser feliz.

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Capítulo 31: La felicidad 


Dicen que el ser humano sabe que ha conocido la felicidad cuando la pierde, pero eso es mentira. Lo que sucede en realidad es que cuando uno es feliz está tan ocupado disfrutando del momento que ni siquiera sabe que lo está siendo. Pero no era mi caso. El día que recuperé a Francisco sentí de nuevo que mi felicidad volvía a ser plena. Pero la felicidad es tan intensa y a la vez tan frágil que se puede desvanecer en un breve instante...

En los momentos más difíciles lo único que nos mantiene en pie es recordar que un día fuimos felices, hasta que la mentira aplasta esa ilusión de felicidad.

La cara oculta de la felicidad es que para que unos lo sean otros serán desdichados. Y es que la felicidad no se consigue por méritos ni por buen comportamiento. 
Carmen volvía a arruinar mi vida, se llevaba a mi hija de nuevo. ¿Pero hay algo peor que saber que estamos lejos de alcanzar la anhelada felicidad? El temor a que puedan arrebatarnos aquello que más queremos. 

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Capítulo 32: La suerte


Hay momentos que cambian tu vida para siempre, donde te lo juegas todo a una carta. Y esa carta puede marcar la diferencia entre la buena y la mala suerte. Y es que la suerte es impredecible, puede cambiar en un solo instante...

Cada individuo se labra su suerte. Carmen con sus acciones había alejado a sus hijos y ahora era nuestro turno. Mientras nos dirigíamos a la cárcel pensaba que no era la primera vez que todos poníamos la vida en riesgo y siempre habíamos superado todos los obstáculos.
Hasta ahora la suerte nos había sonreído. La pregunta era si esa noche en la cárcel también nos sería favorable. Sea como fuere estábamos a punto de averiguarlo. Habíamos conseguido que parte del plan triunfara.

La suerte estaba echada. Ese era el comienzo del final. Una vez más estábamos en una encrucijada que decidiría el destino de nuestras vidas, pero no sabíamos que esta vez todo iba a cambiar para siempre.

Con el plan en marcha la suerte se quedaba a un lado. Nuestras acciones decidían el destino de Oscar. Había que luchar por lo que es justo o permanecer al lado de los injustos. Por suerte teníamos gente honesta luchando de nuestro lado...

Nunca imaginamos que una de nosotras podía tener un final tan terrible. En ese momento todas sentimos que la suerte nos abandonaba y que una nube negra se cernía sobre nuestro destino. Nuestra suerte parecía estar echada y cada una de nosotras tuvo que tomar decisiones drásticas para huir de un destino fatídico.
La suerte nos había jugado una mala pasada y debíamos hacerle frente de la mejor manera posible con las cartas que nos quedaban, aunque nuestro corazón estuviera destrozado. Aunque sentíamos que todo estaba perdido no dejábamos de repetirnos que el último escalón de la mala suerte es el primero de la buena. Esa mala suerte que nos estaba obligando a todas a separarnos después de todo el sacrificio... La policía no podía dar con nosotras, había que desaparecer un tiempo. Iniciar una nueva vida lejos las unas de las otras. Emprender un nuevo proyecto alejados de la compañía que nos había unido. Se trataba de mirar hacia adelante como Ángeles hubiera querido. A pesar de que en un momento tan terrible no poder estar juntas era la peor de las suertes.
Lo que ninguna sabía en ese momento era que años después la hija de Ángeles volvería a unirnos y esta vez tendremos que hacer frente a la mayor de las tragedias, la guerra civil.

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