En una mesa de operaciones una persona está en su momento más vulnerable... desnudo, expuesto. La piel no es una armadura muy dura, es suave, fácil de romper.
A los cirujanos se les educa para ser invulnerables, es muy difícil que nos expongamos. Porque sabemos exactamente qué tan profundo algunas lesiones pueden llegar. Pero la vulnerabilidad no es lo opuesto a la fortaleza, es una parte necesaria. Tenemos que obligarnos a abrirnos, a exponernos, a ofrecer todo lo que tenemos y esperar que sea suficiente. Si no... nunca tendremos éxito.